miércoles, abril 21, 2010

En crudo.

Un dolor expandiéndose por todo el cuerpo. Un dolor tangible. Asfixiante. Duele como agujitas pinchándome. Llore creyendo que así lo aliviaría para terminar creyendo que lo dominaba, escondiéndome para terminar poniendo cara de que esta todo bien. Llore porque no se como evitar que vaya a matarla mi ausencia. No por creer importante. El nudo en la garganta sigue. Estoy pidiendo a gritos abrazos y un salvavidas. Estoy aceptando compañía sin importar que mi cabeza sea un remolino. Estoy aceptando mentiras de amor.
Tendrán una madre destrozada por la verdad. Habrá ojos, mirándome, sin piedad. Les quitare la primavera. La puta y calida primavera. Sin tan solo pudiera volver al útero y empezar de nuevo. Sin plazos, sin ganas de huir, sin miedos, sin tanto pero tanto dolor en las entrañas.
El miedo me esta quebrando, soy pura cobardía. Estoy cayendo estrepitosamente en el vacío de cualquier escena. Lo lamento pero estoy escribiendo con las manos manchadas de sangre.
Se que estas acciones están repudiadas pero la mejoría que se espera nunca llega. Nunca. Nunca. Nadie. Nunca pasa. Y por eso pueden, y lo entenderé, catalogar de lo que quieras pero tengo una trababa neurótica que no me deja seguir, ni ser, ni sentir diferente. Lo siento.
Hay días en donde quisiera arrancarme el corazón. En donde no soporto ser un hongo envenenado que sobrevivió al despedazamiento que, alguna vez, ese que llamo al taxi, provoco. Hay momentos que quisiera ser como antes, hasta creer en el poder de las margaritas o el perfume de las fresias. Pero ya estoy contaminada. Ya no puedo, algo se rompió.