Entre el impulso, entre todo ese no poder decir, necesito su piel, quiero su piel. Aunque a veces sienta que el sexo me arranco el amor con furia, con impaciencia. Aunque las palabras sean las que provocan celos, aún así lo necesito y lo quiero. Mientras un soplo de melancolía agita mi pelo, se fija en mis pulmones hasta en un punto en mis riñones también. Mi cuerpo se transforma en un gran signo.
Pero entre tanto deseo, nocturno y ausente, todavía no decido irme de vacaciones. Lo que me gusta esta acá, estoy acá más que nunca o como nunca y me gusta.
Ya no estoy, por lo menos ahora, en esa necesidad de huir.
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