viernes, mayo 07, 2010

Vos, lejos del miedo, encantadora...




Ella es un pedazo de pan. Y a veces, especialmente, para mí, un poco de azúcar. Mientras, ahora, solo quedan sus manos tratando de revertir lo que soy. Su mirada entregándome futuro. Arrancaron de cuajo o mejor dicho arranque de cuajo lo bueno que había en mí. Pero, aún así, tengo su certera y abismal confianza. Su amor se extiende sin pedir permiso, posesiva de pertenencia. Y estoy amando algunas palabras y odiando otras tantas. Pero Ella tiene algo que otorgan y quitan los poderosos. Es un inquietante cuerpo enamorado. Hace arrancar la primavera con su sonrisa. Ella solo tiene un lado positivo y una fe tan inmensa que alcanza para las dos y más. No busca adjudicarse codicias. Pero se expande sin pedir permiso. Es agua fresca en el desierto. Es chocolate caliente o un plato de sopa de verduras en una tarde fría. Es mi calma en la tormenta. Es la mano que cura. Es la fe que necesito siempre. Es todo lo que no soy y quisiera. Ella es una sonrisa permanente. Pero cuando aparece su tristeza es un sismo provocando daños, muchas veces, irreparables.
Con su vida abre el horizonte. Es una parte de luz. Cuando un viento infernal pretende llevarse todo por delante ella acompaña nuestros pasos. Mis pasos. Es solidaria, es completamente la mujer que más admiro y amo sobre la faz de la tierra. Es un sostén diario y un sermón justo. Es la razón por los cuales muchos días me levante. Y es la persona por la que más miedo tuve en mi vida, miedo a perderla. No podría ni respirar sin ella. Absolutamente, no. Porque Ella es el ser que me dio la vida, y ella es el ser por quien yo daría mi vida porque ella es una excelente madre con todo lo que eso implica.

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