Hoy mientras caminaba por santa fe desde callao hasta pueyrredón me vino una sensación al ver algo, no quiero pensar en esas imágenes difusas otras vez. No quiero volver atrás y estoy ahí. Me quede tontamente ahí. En ese miedo infantil. En ese algo de lo no consumado, de ese encuentro agradable y maldito. Me quede ahí sin escenas mágicas, sin la ternura que esperaba,
Me quede interpretándome como artífice del cambio. Me quede ahí sin una mirada, ni un gesto. Estúpidamente me quede ahí sintiéndome.
Pero esa sensación vino desde el centro mismo de mis tripas y detuvo el tiempo. Me trajo flashes de palabras, de pieles, de su piel, tan escasa. De pensamientos, de temblores y torpezas.
Todavía me provoca remolinos y por eso anudo recuerdos, ato las palabras, esas mínimas cosas que provocan los recuerdos. Siento que olvido y después me doy cuenta que es temporalmente. Me entristece, me encanta, me enoja hace que me rinda, que claudique. Me dejo en un borde infinito, me dejo desorientada. Y ahora estoy en el desarreglo energético que producen sus palabras y mis tantos silencios.
Buhito escribió el LADO B de este escrito. Gracias muchas.
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