Dicen que las distancia.

Me pase el día atrapada en un hormigueo mental. Con la cara reproduciendo el efecto de tomar terma limón y los ojos de cortar cebolla. Hoy no pude contener mis palabras en la punta de la lengua y anduve desparramando miserias y chorreando sangre. Es que no supe que hacer con todo este sentir todo junto. Ni con esa mano, que ahora se extiende, en la cual ya no confío. Es que ya no creo que sea capaz de sostenerme.

Mientras escucho como un buey y pienso que triste que se haya muerto y me vienen a la mente mis muertes. Esas propias y esas de los que quiero pero ya no veo. En fin sé que esta causando este malestar por demás generalizado pero no lo confieso, no lo admito no lo acepto. Lo dejo ahí distante e imposible aunque me carcoma las entrañas, sentirlo. Creyendo que así me salvo un poco. Ojala fuese tan fácil salvarse, no?

Debería no ser tan insoportable cuando tengo calor ni cuando ese sacudon de emociones me invade el cuerpo. Debería pedir disculpas por haber estado todo el día diciendo las cosas tan crudamente, por haber sido pura bronca por el simple miedo de quedarme sola. Quién no esta solo cuando esta rodeado de personas?. Esa soledad es la peor de todas y hay segundos que la estoy sintiendo y me enojo tanto que escupo sin ver quién es el que esta delante mío.

A veces no se nada de nada y parece que nadie se da cuenta que quiero abrazos, mimos y que me digan fuerte que soy ese alguien que quieren de manera diferente, más allá de que mi apariencia, muchas veces, les grita que todo esta bien donde esta y que se corran.

Hoy quiero que ese que un domingo me beso, así de golpe apenas nos paramos en un semáforo, me diga algo o me disculpe por haber sido tan poco yo frente a él.
En fin debería dejar de andar manifestándome con semejante ensalada agridulce encima y esperar simplemente que las cosas se vayan calmando. Además dejar de desear, cada vez que llama, estar bajo esos tantos grados bajo cero que hace en Berlín.