martes, agosto 15, 2006

Con sabor a nieve...

Te encuentro sentado y al mirarte me dejas que sienta y piense que sé de vos y que sos más de lo esperado, un río vivo y luminoso, ideales inamovibles, recuerdos imborrables y amores eternos. Ahí estuve viéndote salir de una página, caminando firme, pausado, decidido y limpiamente hermoso. Al escucharte hablar te sentí como un contorsionista para estirar las horas, para volverte tiempo.
Un encuentro así hace polvo a las palabras, deshace imágenes previas, deja sonrisas, pensamientos y una fresca alegría. Clavar mis pies en esos instantes, quiero. Que ese bar, en esa esquina y con esa ventana tengan siempre tu nombre, en una tarde, en esa tarde de viento frío.
Junto a vos se me antoja lluvia, como si mirándote se pudiera vivir placidamente. Como si al escucharte el tiempo sucediera con tus ilusiones, lento y feliz con tus palabras. Miro tu cara perdiéndome por las calles de ella y sonreís. Provocándome sonrisas con tus sonrojamientos y explicaciones.
Con vos quiero diferente, con vos quiero que las distancias no acorten al tiempo.

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