Acá estoy escribiéndote, otra vez, pidiéndote que te quedes. Gritando que no te muevas, que no te vayas, que no nos dejes, que no me olvides. Acá estoy pidiendo que me salves, cuides, alegres y sonrías. Y sin acordarte que soy la que no se atrevió a decir nada. Quédate vos que sos mi triste decorado, un grito, una frase, fechas y nombres.
Tan desesperado…
Quédate que te siento, todavía. Tan vivo, tan hermoso, tan frágil, tan sueño, tan lluvia, tan noche, tan empalagoso, obsceno, triste, absurdo, mojado, y sobre todo tan mío.
Pero no me mires, no me escuches y fingí que no me ves. Cuando reniego de vos, de sentirte y padecerte. Y cuando sonrío mientras sufro atrozmente, no me dejes. Pero aún así, con mis entrañas en las manos, necesitándote dolientemente. Te pido que te quedes, todavía, te siento nuevo, cambiado, empecinado, seguro, íntegro y tan de insomnio, tan delirio, tan borracho, y tan dentro mío… Que digo quédate! y tranquilamente serás en mí. Serás, te aseguro que ya sos.
No jugare con vos, otra vez. Nunca más pasarás calmo, volaras y serás libre.
Quédate inmovilizado, instalado o estancado en mí o adquirí una forma. Pero amor quédate…
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