domingo, marzo 18, 2007
Distancias quebradas.
Mi piel huele a madrugada y atolondrada ensayo despedidas. Y no sé despeidrme ni escribir y menos pedirlo. No sé, pero quiero que te quedes. Expongo, ante tu mirada, mis ganas de tenerte un poco más. Quédate.
Pero el tiempo como huracán nos pasa por arriba. Nos secuestramos tratando de ganarle más minutos al día. Entonces fabricamos minutos. Exprimimos al tiempo. Exprimo al tiempo, lo amenazo, le ruego, le hago promesas pero ni aún así logro que te deje unas horas, un día o un mes más. Nada.
No te fuiste y quiero que vuelvas. Quiero que vuelvas sin que te hayas ido. Quiero que te quedes. Quiero reírme de nuestros acentos, de que me pidas que te mire todo el tiempo. Quiero que me hables todo el tiempo. Tiempo. Que tiranía tiene el tiempo sobre nosotros. Y nosotros con promesas y palabras rompemos la distancia, la hacemos invisible y nos reímos de ella. Lo hacemos como ya lo hicimos. Pero quiero que te quedes.
No sé aunque no puedas ni podamos quédate.
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