Estoy contenta. Voy y estoy contenta comenzando a sentir, por empezar a sentir, a vivir y pensando que vivir debería costar solo eso. Vivir.
Escribir me hace sentir, por momentos, contenta. Más allá de los que me leen me crean o sientan triste, tampoco es que no lo este en algún momento. Pero no lo es todo ni soy solo eso.
Me rodean palabras abiertas, histéricas, aburridas, felices, aniñadas y firmes. Muchas veces sin que llegue a entenderlas son un pulpo estremecido en todas direcciones, incompletas, un perfecto plan para dejarme ver triste, pendeja, desorientada y en un asqueroso estado amoroso. Pero me rió divirtiéndome en ellas en su imperfección, con su impotencia de ser. Y por eso a nadie le pertenecen, ni a mí. Ni siquiera a mí.
Será que vivo todavía en una burbuja romanticona? Por qué vivo en una burbuja romanticona? Sabías que vivo en una burbuja romanticona?
No sé estoy entre palabras y estoy contenta, inexperta, impune, confiada y durmiendo en diagonal. Desvío todo en un abrazo, y así todo se convierte en carne volcánica. En fin tiempo, de sobrepasar también al tiempo.
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