No hay ventanas abiertas pero algo se movió en mí. Pero, todavía, no es eso, tampoco es algo. A veces creo que soy un registro imposible. Como lo es mi registro de comidas, ese que el nutricionista me pide a diario.
Imaginan lo ocurrido que nunca o por el momento no ocurrirá y nadie ni yo siquiera estoy considerando verdadero ningún momento. Y todo eso hace que considere absurdo dormir entre tantos pensamientos y en su presencia. Pero me obligo y duermo. Duermo cuando su cuerpo vibra, cuando su cuerpo tiembla por esos torbellinos perdidos y por esas calientes tempestades de silencio.
A veces no se qué decir y otro dice, me dice pero tampoco se trata de eso. Porque seguiré viendo siempre lo mismo. No por terca sino porque quiero seguir hasta que estalle en acciones, hasta que modifique las circunstancias que hablo con mi cuerpo, desde mi cuerpo. Sin explosiones ya que nada queda librado al azar. Nada.
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