Ya se esta acercando el verano y no tengo ganas de padecerlo. Y estoy, en realidad sigo, creyendo en las miradas, en el amor y en las palabras. Pero el desconcierto de las apariencias lo confunde todo. Definitivamente no tengo ganas de ser envuelta en paranoias ajenas, y solo porque yo no soy así.
Intento combatir los limites del tiempo, su odiosa manera ir deteniéndome en sus minutos. Aunque siento una risa, una vibración en mí que me provoca cosquillas y con esa vibración se rompen esos cristales que me separaban de ese disfrute que a veces da la vida. Y también los cristales del tiempo.
No sé, no sé, es una alegría que se instalo un rato en mí.
Y por ser un rato no esta nada mal.
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