Este insomnio y esta fiebre, no es a mí a quien le pertenecen. Pero sí, este sonido elegante que me regala el tango, ese dolor y esa tristeza ajena que tienen sus letras, su melodía.
Saldré a jugar en la plaza, esta noche. Saldré a caminar, controlando mis pasos. Y si no encuentro a nadie para mirar a los ojos y amar. Volveré a esperar, una vez más, temerosa y empecinada hablar con vos, de esa forma de realidad que nos invade y tratar de develar esos misterios que me dejaron insomne ese día que te conocí.
Agoto distancias y espero la lluvia. Caigo en paracaídas sobre las palabras, victimas vacilantes que escapan a mi venganza o yo escapo de ellas. No sé.
Me están esperando mientras estoy perdida en un tiempo de letras y de horarios. Mientras el sábado pasó con cambios momentáneos por parte de mi organismo. Mientras me avergüenzo delante de sus ojos, y su ansiedad aplacada por su belleza fría. Mientras pienso que con el tiempo tendré que confesarlo todo.
Llueve mucho, y las gotas con su melodía suenan en mí. Quiero que este día placentero sacuda mis sentidos, que se multiplique y me aturda. Que la lluvia dure más. La estuve esperando como si eso se llevara el tiempo. Camine dos cuadras lo suficiente para empapar mi ropa y recibir retos por no cuidarme.
El aroma a café que viene de la cocina, me encanta. Ella espera a alguien, y yo juego con la bebe, disfruto de su risa, la lleno de besos y soporto sus tirones de pelo. Llegó quien ella esperaba. No habla, fuma. Después que saludo disculpándose, con mil excusas. ¿Por qué me cae mal el recién llegado?
Llueve, llueve y eso me tiene sonriente, tranquila y hasta con ganas de decir muy feliz.
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