Y, sí, después de masticar palabras y proyecciones durante este tiempo, tendré hoy, la valentía de decirme. De decirles. Que: Dejo que el silencio se destruya por partes. Dejo de lado la estética de mi angustia constante. Dejo de pintarla hermosa. Dejo de pensar que Dios me castigará duramente por volver tontamente con esa persona incorrecta. Dejo a ese hombre, no-nada, atentar contra sí. Dejo que me alteren en los círculos de una piedra pero pensando en un asesinato a sangre fría y no en palabras razonables. Dejo que me quiera todo lo que se le da la gana. Dejo ser libres a las palabras, letras sin padre, hijas de sí mismas. Dejo de quejarme de mí y de ese otro. Y hasta de Ellos. Dejo tranquilamente que sus manos caían sobre mi cuerpo. Dejo de escuchar, y escuchar pero no sé qué ni cómo decir pero digo. Dejo de culparlo a ese alguien por acciones mías. Ni habrá de ser el Otro de mí que lo mencione. Dejo de estar en niñerías sin abandonar mis malcrianzas. Dejo las malas interpretaciones de mis palabras para mostrarme feliz en muchos tiempos y espacios en los que lo soy. En fin dejo este año para recibir uno nuevo, para que no solo sea un cambio de calendario y si de hechos, de mí y hasta de mí en letras.
Feliz año gente.
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