A veces cuando ya me resigno o desilusiono con alguien me vuelvo in-vaciable, inalterable y casi casi inmóvil, pero no dejo que lo vean, una vez que ya dije. Últimamente estoy así con una persona que ya no es mi persona, ahora forma parte de esas amistades que quedaron, lamentablemente, atrás. Escribo mientras pienso que si no dije antes lo que obstruía mi garganta, decirlo ahora es pisar sobre un pasado que ya ni es mío.
Pero hay cosas lindas dentro de lo terrible. Sí sí aunque no lo crean existe algo de positivismo en mí.
Es que mi positivismo esta inmunizado ante mi exageración y le da cierta estética a la angustia que algunos se les ocurre provocarme.
Estoy indeleble, como si no fuera evidente, estoy pura excusa y frágilmente accesible. También envuelta en una impotencia sentimental entre antibióticos y un brazo dolorido por una antitetánica, la cual no evito que ciertos sentimientos se infecten, ni que me enoje por una traición, ni mucho menos puso un stop a todo esto que me revoluciona por dentro, que ni siquiera puedo catalogar como algo.
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