Estoy en las palabras sin tiempo, sintiendo la distancia que le puse a las “malas” cosas de mí y sin ganas de atarme a las palabras, por lo menos a ciertas palabras. Escribo, sé que escribiendo me digo y trato de decir. A veces me pregunto si debe ser escrito, si debo decir que el lunes se porto bien conmigo o yo con el quien sabe, no? Que tuve mucho frío al salir a la mañana temprano, que otra vez perdí mis guantes, que me trajeron un perrito muy pero muy chiquito, que me gusta hablar, intercambiar y compartir con Luis, el chico de la biblioteca y que me gusto tristemente ver a mi antigua mejor amiga, aunque ya no nos hablemos. Y que haberle dicho hola, como estas? Solo fue un grado de civilización. Y que ante mi tristeza la hice responsable de mi silencio, tontamente sé que hago esto. Pero me dejo llevar, por lo menos hoy, por los recuerdos que duelen. Y que descubrí la fealdad espiritual de ciertas personas, pero es solo un detalle comparado con los celos. Debo decir que me sentí parte de una cadena, que sentí que el lugar que ocupo pertenece a un eslabón de esa cadena y que fue buenísimo ver, sentir eso.
Por qué no decir o dudar al decir las simplezas que hay en mi? Por qué no decir? Por qué no decir que ciertas palabras me encantan, por que no decir que estoy encantada con el frío, por que no decir que utilizo mucho la palabra encanta y sus variaciones, por que no decir que me sorprende el cariño que tienen algunas personas por mí. Y por que no decir que me sorprende ese cariño porque no me siento, yo, tan unida a ellas, y a otras me siento tan unida que el cariño sale de mí para ellas y me lleva a preguntarme si ellas se sienten unidas o cerca de mi. En si, me sorprende todo. Empiezo a escribir ansiosamente acá y allá. Quiero relacionar, otra vez, todo con todo hasta mi Yo con mi Otro yo. O ya estaremos relacionados?
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