Salir temprano con mi bufanda llena de colores, sentir al caminar hasta la parada, el aire frío pero tan hermoso. Y al subir al colectivo me doy cuenta de que me olvide mi libro, mi lectura. Y veo envidiosamente a ese chico que si se acordó.
En ese esconderse entre las páginas que me gusta, ese olvido de pensar. Cuantas cosas vienen a mi mente en esa hora y media de viaje. A pesar de lo que hay que pensar, últimamente hay mucho. Me resisto. Y cuando se rompe esa resistencia, una cara o un vendedor o un pedacito de conversación, me sacan de mis pensamientos llevándome a asociaciones sin fin y mucho menos con una explicación.
¿Por qué será que nos aburrimos cuando estamos con nosotros mismos?
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