Sonó el teléfono y todo se empezó a verse confuso. No entendí, que dijo? Que paso? Como? Dónde esta?... [no quiero un ovni. No creo en ellos, de verdad]
Avisar, decir, correr, buscar, preguntar y esperar. Maldita espera en ese hospital con olor nauseabundo. Sintiéndome aturdida, viéndolo en un estado de fragilidad que no entendía, que me dolía tanto. Todavía, ahora, esa imagen me provoca un nudo en la garganta y mis ojos no se cierran para no liberar más lágrimas. Llamados, palabras y mi desesperación que no disminuía. Y vi a mi mamá como se hizo tan “grande” dándonos fuerzas y aliento. Y tuve tanto miedo, que mi vida no importaba, si él seguía acá, si mis hermanos dejaban de verse tan abatidos. Y si mamá dejaba de llorar mientras nos prometía que todo iba a estar bien...
Estos días son una mierda [no encuentro otra palabra] las cosas se mezclan, las imágenes surgen, las promesas, los ruegos y pedidos a quien este más allá de mí. A Dios...
Ahora esta acá en casa, mucho mejor. Pero su corazón lo dejo quedarse con nosotros. Estoy asustada. Le aviso que se cuide. Nos aviso que en tan solo un instante podemos perderlo. Lo abrasé, lo abrazo. Pero tengo miedo. Miedo a no tenerlo, miedo a no tener más discusiones, a no reírme con él y tengo miedo...
Aunque escriba muchas veces la palabra miedo sigue ahí, sin demostrarlo abiertamente a él, sin decirlo tanto pero sintiéndolo dolorosamente.
Aunque solo tenga sus ojos, quiero a mi papá acá. Necesito a mi papá...
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